PRÁCTICA DE LA
RESPIRACIÓN CONSCIENTE
Siente, mientras
inspiras y espiras, el flujo del aire entrando y saliendo de tus fosas nasales.
Quizás, al comienzo, tu respiración no sea relajada, pero ya verás cómo, al cabo
de un rato de respiración consciente, se sosiega, tranquiliza y aligera. Poco
importa que estés paseando, cuidando el jardín, escribiendo en el ordenador o
haciendo cualquier otra cosa porque, en cualquier momento, puedes regresar a
esta fuente tranquila de la vida. En tal caso puedes decirte:
Inspiro y sé que estoy
inspirando. Espiro y sé que estoy espirando,
Quizás, al cabo de
unas cuantas respiraciones, quieras abreviar esto diciendo simplemente:
«Dentro, fuera». Si sigues atentamente tu inspiración y tu espiración, tu mente
dejara de pensar. Tu mente tiene ahora una oportunidad de descansar. En nuestra
vida cotidiana pensamos mucho. Dar a nuestra mente la oportunidad de dejar de
pensar es extraordinario.
“Inspiro y sé que
estoy inspirando” no es un pensamiento, sino la sencilla constatación de algo que está
ocurriendo ahora, de que estás inspirando y espirando. Cuando inspiras y llevas
tu atención a la inspiración, unificas tu mente y cuerpo. Y cuando tu mente y
tu cuerpo se unifican, vuelves a estar de nuevo en el presente.
«Inspiro y sé que
estoy inspirando» es otra forma de decir «Inspiro y me siento vivo». La vida,
con todos sus milagros (la puesta de sol, el cielo azul y las hojas del otoño),
está dentro y fuera de ti. Es muy importante volver a tu hogar en el presente
para conectar con todas las dimensiones curativas, refrescantes y nutrientes de
la vida que te rodea y está en tu interior. Basta con una simple sonrisa para
relajar todos los músculos de tu rostro.
“Inspiro y reconozco
el cielo azul. Espiro y sonrío al cielo azul”.
Este tipo de
respiración te conecta con todos los milagros de la existencia. Entonces te
nutres de la belleza de la vida. Te liberas de las preocupaciones y de los
miedos. Permaneces en contacto con tu respiración y con tu cuerpo. Tu cuerpo es
una maravilla. Tus ojos son extraordinarios. Basta con abrirlos para conectar
con todo un paraíso de formas y colores. También tu oído es extraordinario.
Gracias a él puedes escuchar todo tipo de sonidos, desde la música hasta el
canto de los pájaros y el rumor que el viento arranca a la copa de los pinos.
Cuando prestas atención a la inspiración y a la espiración, vuelves a vivir en
el momento presente, en el aquí y ahora que te conecta con la vida. Y esto es
precisamente lo que te pierdes cuando te quedas atrapado en el pasado o en el
futuro.
“Inspiro y sigo todo
el camino recorrido por el aliento al inspirar. Espiro y sigo todo el camino
recorrido por el aliento al espirar”.
Quizás, al comienzo,
sientas tu respiración forzada o extraña. Tu respiración es un resultado de tu
cuerpo y de tus sentimientos. Por ello, cuando tu cuerpo está tenso o dolorido
o cuando tus sentimientos son dolorosos, tu respiración se ve correlativamente
afectada. Lleva toda tu atención a la respiración y respira poniendo en ello
toda tu atención.
No fuerces nunca tu
respiración. Deja, si es corta, que siga siendo corta y no pretendas, si te
resulta desapacible, modificarla. No interfieras, fuerces ni trates de cambiar
tu respiración. Sé simplemente consciente de ella y verás cómo, al cabo de un
tiempo, su cualidad mejora naturalmente. La atención plena a la respiración
identifica y abraza nuestra inspiración y nuestra espiración al igual que una
madre sostiene a su hijo en brazos y lo abraza tiernamente. Te sorprenderá ver
cómo bastan unos pocos minutos para que la cualidad de tu respiración mejore.
Tu inspiración se profundizará, tu espiración se enlentecerá y tu respiración
se tornará entonces más tranquila y armoniosa.
“Inspiro y advierto
que mi inspiración se ha profundizado. Espiro y advierto que mi espiración se
ha enlentecido”.
Cuando descubras que
tu inspiración y tu espiración se han sosegado, enlentecido y profundizado,
puedes ofrecer a tu cuerpo esa paz, esa tranquilidad y esa armonía. Quizás, en
tu vida cotidiana, hayas descuidado o ignorado tu cuerpo, pero ahora ha llegado
ya el momento de volver a casa, de reconocer la existencia de tu cuerpo, de
familiarizarte con él y de hacerte amigo suyo.
“Inspiro y soy
consciente de mi cuerpo. Espiro y libero todas mis sensaciones corporales”.
Quizás te resulte
útil, para ello, colocar una mano sobre el vientre. Advertirás que al inspirar
tu estómago sube y que al espirar tu estómago baja. Sube y baja. Y este
movimiento de ascenso y descenso resulta especialmente patente cuando estás
acostado. Entonces eres consciente de toda la inspiración y de toda la
espiración, desde el comienzo hasta el final. Respirar de este modo es un gozo.
Ya no piensas en nada, ya no piensas en el pasado, en el futuro, en tus
proyectos ni en tus sufrimientos. Respirar así es un placer, un recordatorio de
la vida misma.
“Inspiro y disfruto de
la inspiración. Espiro y disfruto de la espiración”.
Después de haber
ofrecido a tu cuerpo esa paz y armonía y de haberle ayudado a liberarse de la
tensión, puedes identificar tus sentimientos y tus emociones.
“Inspiro y soy
consciente de los sentimientos dolorosos que hay en mí.Espiro y sonrío a los
sentimientos dolorosos que hay en mí.”
Entonces hay un
sentimiento doloroso, pero también una atención plena. La atención plena es
como una madre que abraza amorosamente al sentimiento. La atención plena
siempre es atención plena a algo. Cuando respiras atentamente, atiendes
plenamente a la respiración. Cuando caminas atentamente, atiendes plenamente al
hecho de caminar. Cuando bebes atentamente, atiendes plenamente al hecho de
beber. Cuando estás atento a tus sentimientos, atiendes plenamente a tus
sentimientos. La atención plena puede dirigirse hacia cualquier acontecimiento
físico y mental, y siempre aporta reconocimiento y liberación.
Me gustaría ofrecerte
ahora un poema práctico que puedes recitar de vez en cuando, mientras respiras
y sonríes:
Entonces hay un
sentimiento doloroso, pero también una atención plena. La atención plena es
como una madre que abraza amorosamente al sentimiento. La atención plena
siempre es atención plena a algo. Cuando respiras atentamente, atiendes
plenamente a la respiración. Cuando caminas atentamente, atiendes plenamente al
hecho de caminar. Cuando bebes atentamente, atiendes plenamente al hecho de
beber. Cuando estás atento a tus sentimientos, atiendes plenamente a tus
sentimientos. La atención plena puede dirigirse hacia cualquier acontecimiento
físico y mental, y siempre aporta reconocimiento y liberación.
Os ofrecemos ahora un
poema práctico que puedes recitar de vez en cuando, mientras respiras y
sonríes:
“Inspiro y sé que
estoy inspirando.
Espiro y sé que estoy
espirando.
Cuando mi inspiración
se profundiza, mi espiración se enlentece.
Inspiro y aquieto mi
cuerpo. Espiro y me siento a gusto.
Inspiro y sonrío,
Espiro y suelto”.
Este es un poema que
puedes resumir en el siguiente, pronunciando una palabra o una frase a cada
respiración:
“Dentro, fuera.
Profunda, lenta.
Tranquila, relajada.
Sonríe, suelta.
Momento presente, momento
extraordinario”.
El presente es el
único momento verdadero. Tu tarea más importante consiste en estar aquí y ahora
y disfrutar del momento presente.
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