INTRODUCCIÓN
La primera vez que estuve en El Cerro fue en el verano del 2003. Iba
acompañado de mis hijos Miguel Ángel y José Luis y de Rayco, un amigo de ambos,
con la intención de visitar a mi hermana Salomé, religiosa dominicana, que
desarrollaba una labor docente con sus compañeras Petri y Begoña, además de
Pepe Carvajal y otros maestros, en la escuela rural de la barriada
perteneciente a la Fundación Diocesana “Santa María de la Victoria”.
Al amanecer del día siguiente, ya que habíamos llegado de noche,
contemplamos admirados la belleza y majestuosidad de los campos del Cerro.
Después del desayuno, mi hermana se ofreció a servirnos de guía o “cicerone”
presentándonos a don José y a su esposa doña María e hijos, a Pepita Martín,
que nos llevó en su coche a Villanueva de la Concepción, a doña Paca y a su
hija María del Carmen de la Panadería, a los hermanos Moreno del Bar y a otros
vecinos del entorno de la escuela, quedando gratamente impresionados de su
amabilidad, bondad y generosidad.
Por la tarde, después de pasar por la barriada de Pastelero y Villanueva
de la Concepción nos sorprendió al mostrarnos El Torcal, un paisaje digno de
visitar por la grandiosidad y formaciones diferentes de las innumerables rocas
allí existentes.
También hicimos un alto en el camino para refrescar nuestras gargantas en
la fuente “Pila de Cobos” que está si no recuerdo mal, a mitad de camino entre
Villanueva de la Concepción y El Torcal.
Tuvimos tiempo para visitar Almogía, “La Bonita” como la llamaron los
árabes. Asentada en una ladera por la que se derrama la blancura de sus casas,
con sus calles estrechas y recoletas para que no queme el sol del verano, para
hablar secretos de balcón a balcón, con sus típicos rincones de añejo sabor
morisco y la belleza de sus paisajes.
Almogía “Cuna de verdiales”
como lo afirma la copla;
De verdiblanca alegría,
Fiesta de los verdiales,
De verdiblanca alegría,
Con malagueños modales,
Lleva el nombre de Almogía
Que pa eso fue tu mare.
Por la noche se celebró en una de las aulas de la escuela, una reunión de
la Asociación de Vecinos “El Cerro Pastelero” en la que participó un nutrido
grupo de vecinos, la mayoría jóvenes, destacando la coordinadora de este
magnífico libro Mary Domínguez Trujillo, joven dinámica y generosa donde las
haya, con unas inquietudes socio/culturales realmente encomiables y capaz de
mover voluntades en pro del desarrollo pleno de los 375 habitantes con que
cuenta el Cerro y Pastelero.
Espero desde mi isla de Tenerife, que la ganadería caprina, la quesería y
la empresa de construcción de El Cerro y las ventas de Pastelero y la panadería
Nuestra Señora del Carmen de la barriada Pastelero, así como los productos del
campo; almendros, aceitunas, cereales y legumbres adquieran un desarrollo de
tal magnitud que cambien al cien por cien la calidad de vida de todos y cada
uno de sus habitantes.
Abrigo la esperanza de que este libro sirva para unir cada día más a los
vecinos, para luchar por unos objetivos socio/culturales, para que todos los
niños de la barriada asistan asiduamente a la escuela, para que el sacerdote
conviva más a menudo con sus feligreses para que la administración más cercana
a los contribuyentes, como es el Ayuntamiento , se desviva cada día más por una
mayor calidad de vida y para apoyar a la Asociación de Vecinos y las
iniciativas de jóvenes generosos y altruistas, como la que ha tenido la feliz
idea de llevar a término la edición de esta magnífica obra, que servirá de
consulta, ejemplo y acicate a futuras generaciones.
No puedo terminar sin agradecer sinceramente el trato tan amable, la
buena disposición y la excelente acogida de que fui objeto en mis visitas a
vuestra Barriada y a Mary por haberme invitado a participar, como un vecino
más, en la presente edición.
Desde La Perdoma-Tenerife
1 de febrero de 2009-02-01
E. Luis Hernández Melo.
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