miércoles, 2 de agosto de 2023

"Las cosquillas de Cintia". Cuento inventado por mí en la Universidad

LAS COSQUILLAS DE CINTIA

 En un pequeño pueblo llamado Palomitones, vivía una niña muy triste cuyo nombre era Cintia. Cintia vivía con su madre y su hermano en una casa pequeñita pero muy acogedora. La casa tenía una gran chimenea que siempre estaba encendida. Con troncos de madera que el hermano de Cintia, Alfonsín, buscaba en el campo. 


 Cintia nunca sonreía, siempre reflejaba en su carita llena de pecas una profunda tristeza, hasta sus ojos grandes y negros se veían siempre tristes. Un día la mamá de Cintia se encontraba muy preocupada pensando: Por qué su niña nunca sonreía?. Pensaba en voz baja: ¡Daría lo que fuera por ver tan sólo una vez a mi niña sonreír, por apartar de su carita esa tristeza!


 A partir de ese día la mamá de Cintia se propuso por encima de tas las cosas que su hija aprendería a sonreír. La primera parte de su plan consistió en buscar el mejor payaso del mundo. Hasta que lo encontró: Pilingui, era un payaso muy famoso al cual ni un niño se resistía todos se partían de risa con su pelo naranja y su gran nariz roja. 


 Pilingui fue una mañana a casa de Cintia, dispuesto a arrancarle a esa niña triste una gran sonrisa. Se puso su mejor traje, su nariz roja y un gran sombrero de plumas blancas. Pilingui llegó a casa de Cintia tocó el timbre y fue Cintia a abrirle la puerta:


 Cintia se quedó muy sorprendida al ver que un payaso estaba en su casa no comprendía nada y le dijo:
 Tú quién eres? Pilingui le contestó: 
Vengo a conocerte a intentar que aprendas a sonreír y apartar de tu cara esa tristeza.

 Cintia le dijo: 
¡Yo no sé lo que es sonreír, nunca lo he hecho y no creo que tú lo logres! Pilingui le contestó:

 ¡Bueno, bueno eso lo veremos! Vente conmigo.


 Cintia y Pilingui se fueron juntos, caminando por el pueblo. Pilingui hizo de todo, cantó, saltó, bailó hasta hizo sus irresistibles trucos de magia, pero nada, Cintia ni siquiera mostraba un rastro de sonrisa en su carita. 

 Pilingui se encontraba ya cansado y un poco defraudado no entendía por qué Cintia no se reía. Se sentó un rato en un banco y empezó a pensar qué podría hacer para conseguir una sonrisa de aquella pequeña.

 Cintia se sentó a su lado y empezó a mirarlo. De pronto empezó a hacer mucho pero mucho viento. Las plumas de Pilingui se movían para todos los lados. De pronto, una de las plumas se soltó del sombrero de Pilingui y empezó volar y volar hasta llegar a la cara de Cintia. 

 Cintia sintió en su cara un gran cosquilleo. Sin poder evitarlo empezó a reír y reír a carcajadas sin poder parar. Pilingui no podía creérselo, estaba asombrado, atónito: ¡Cintia se estaba riendo! Cintia decía entre risa y risa: ¡Qué es esto ¡ jejejejejejejejejjejejej …no puedo parar de reír… Pilingui empezó a saltar y a reír y le dijo: ¡Cintia eso son cosquillasssssssssssssssssssssss! 

 Cintia se había sentido tan bien en ese momento riéndose que nunca más volvió a ser triste, nunca apartó de su carita esa sonrisa que había descubierto el gran día de las cosquilla. “LUCHEMOS POR CONSEGUIR QUE NUESTROS/AS NIÑOS/AS SEAN FELICES!. AUTORA: MARÍA DOMINGUEZ TRUJILLO